Os acerco una reflexión de mi buena amiga Montse, como siempre, dando en el clavo desde su punto de vista sobre el tema de la igualdad. Que opináis.
En boca de todos está la palabra “igualdad”.
Igualdad de oportunidades en la escuela, en el trabajo, en nuestra vida social y pública. ¿Pero realmente existe la igualdad? Mi experiencia me dice que no. En nuestro país y en nuestra sociedad se sigue practicando la discriminación. Aunque no siempre de una forma premeditada, la mayoría de veces la sientes de una forma sutil, pero no por ello menos hiriente.
Se nos discrimina por nuestro color, por nuestras ideas, por nuestra tendencia sexual, por ser gordo, por ser cojo….simplemente por ser “distinto…diferente”.
Me gustaría, a partir de este momento, hacer una reflexión aludiendo a lo que significa en nuestra sociedad “abierta y libre” vivir tu vida acompañado de una silla de ruedas.
Nuestros pueblos y ciudades nos privan de una libre movilidad. Muchas de las calles son inaccesibles por falta o mala construcción de los rebajes que nos permiten acceder a las aceras. En caso de que pretendamos tomar un café, comer en un restaurante, visitar a un amigo o simplemente hacer nuestra compra diaria, son pocos los edificios o comercios a los cuales podamos acceder.
Hablemos del transporte público… ¿Alguien se ha preguntado cuantos taxis adaptados existen, cómo podemos acceder a los autocares de línea…y…a RENFE?
En caso de que tú seas una de esas personas que van acompañadas por tu silla de ruedas y pretendas vivir una vida autónoma, disponer de un piso accesible, trabajar en un lugar donde no existan barreras arquitectónicas, poder escoger libremente dónde quieres comprar tu comida, tu ropa, acudir a un teatro, etc… Algo que para el resto de los mortales es tan simple, para las personas con problemas de movilidad es prácticamente imposible.
Estamos privados de escoger dentista, podólogo, clínica privada o cualquier otra especialidad que se encuentre situada en un edificio que no sea accesible. Por desgracia, la gran mayoría de servicios que deberían ser públicos se encuentran en estas circunstancias.
Hablemos ahora de la educación. Los padres y los alumnos tienen el derecho de poder escoger libremente el centro donde desean estudiar. La sociedad y los políticos tienen la obligación de que ese derecho se pueda ejercer y que no exista discriminación de ningún tipo.
Lo anteriormente citado queda en “bonitas palabras” cuando el alumno debe ir acompañado de su silla de ruedas. No todas las escuelas están adaptadas, por lo cual te ves limitado a acudir a unos centros determinados, que puede que no sean los que tú elegirías en otras circunstancias… ¿PODEMOS CONSIDERAR QUE ESTO ES IGUALDAD DE OPORTUNIDADES?
Pasemos ahora a las barreras psicológicas, a las morales…a esa gente “cuadriculada” que jamás se ha puesto en la piel de una persona que vive su vida en una silla de ruedas, que no ven mas allá de “sus narices”, que se rigen por unas normas impuestas llevando su “funcionariado moral” a limites inhumanos y que, por supuesto, no se plantean que una puerta estrecha, un lavabo pequeño, un peldaño, la exagerada inclinación de una calle, una rampa mal construida, etc. etc. imposibilitan y privan a una persona en silla de ruedas de poder sentirse autónoma.
Dicen: “PARA QUÉ PREOCUPARSE, SON MINORÍA”…A mí nunca me pasará…tengo dos buenas piernas.
Mientras vivamos rodeados de gente incapaz de plantearse una vida “sentado”, mientras esta sociedad hipócrita siga utilizando a las personas discapacitadas como meros instrumentos para hacer propaganda electoral, no avanzaremos. Son tan pequeños los pasos que se están dando… y tan lentos, que en ocasiones te sientes realmente al margen de esta sociedad.
Solo pido unos minutos de reflexión, de pegar vuestro culo a una silla y de imaginaros que vuestras piernas se convierten en ruedas…y pregúntate honestamente por un momento:
¿EN QUE CAMBIARÍA TU VIDA A PARTIR DE ESE MOMENTO?
Montse Caba.
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